El gusto por el skate en Ernesto Calero se dio de manera espontánea cuando construía casas de madera con su grupo de amigos, en las que la llamaban "Clubs privados"
para transportar las tablas y los materiales que necesitaban, usaban las patinetas que les habían obsequiado a dos hermanos.
Después de aquel verano de 1998, Ernesto fue el único que siguió patinando ya que le gustaba la sensación de intentar los trucos.
El ver que podía hacer cosas que creía imposible, ir mejorando con la práctica. Actividad que compartía con sus amigos, acompañado con aquella música de skate en los 90s, en la que lo ayudó a descubrir su gusto por la fotografía y el video, afición que mantiene hasta el momento. Ernesto se convirtió hace un año en padre y eso cambió muchas cosas.
Confiesa que le da miedo que le pase algo a su hijo si practica este deporte. Aunque no piensa ocultarle su patineta, sino hasta que él la descubra, pues prefiere que encuentre sus propios gustos y no sean por algún tipo de presión.
Ernesto, ha dejado una gran parte de él para dedicarse a esta nueva etapa, ya no es lo que era, pero le gusta mucho lo que está siendo y lo que será.
Fotos @NekoJitaBlog
Escrito por: Samantha Jijón Gagliardo.
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